jueves, 17 de febrero de 2011

El corazón de un mago

En tiempos remotos existían personas excepcionales, que nacían con un don, con una habilidad que otros no poseían, estas personas gozaban de un poder inigualable, el poder de hacer magia.
Cualquier niño podía nacer mago, y desarrollar sus poderes, dependía solo de sus vivencias el que usase su don para ayudar a los demás o tan solo para ayudarse a sí mismo.
Pronto comenzaron los problemas, ya que aquellos magos de negro corazón sentían envidia del prestigio y reconocimiento de que los magos y magas de corazón blanco gozaban. No eran más ricos, ni poseían más tierras, ni obtenían grandes beneficios de sus acciones; pero las gentes les tenían en gran estima y todo el tiempo se rumoreaba sobre las buenas acciones que estos llevaban a cabo.
Un grupo de magos de corazón negro se reunieron un día; cosa inusual en ellos, ya que jamás compartían el mismo espacio, como precaución para que otro no copiase sus hechizos. En un lugar apartado de la vista de curiosos decidieron aliarse para crear un conjuro que despojase a los magos de corazón blanco de sus poderes para siempre. Tardaron semanas en ponerse de acuerdo, ya que ninguno quería revelar sus secretos y poco a poco fueron creando el hechizo de destrucción, que solo despojaría de sus poderes mágicos a sus principales enemigos, los magos de corazón blanco.
Tras hacer varias pruebas consiguieron al fin su propósito, de modo que debían comprobar si realmente funcionaba.

Un día, tras reunirse para decidir el rumbo que cada uno tomaría, iban los magos de corazón blanco paseando por la ladera del Monte Alto, y llegando al Valle Plano se encontraron de frente con los magos de corazón negro, que sin perder un segundo comenzaron su conjuro, sin darles tiempo para reaccionar. Pronto todos los magos de corazón blanco quedaron despojados de sus podres, indefensos ante el peligro que sobre ellos se cernía.
Rezagado, bajando por la ladera iba Pequeñín, que recientemente se había dado cuenta de que era un mago y estaba decidiendo qué camino tomaría. Cuando vio lo ocurrido se escondió tras una roca y se abrazó fuertemente al libro de los hechizos olvidados que el Gran Mago le había encomendado.
Temiendo que lo hubiesen visto se apresuró a buscar una forma de salir de allí, pero en el Valle Plano estaban los magos de corazón negro, y no podía volver a subir al Monte Alto porque sería visto. Entonces se percató de lo que tenía entre las manos y decidió buscar un conjuro que lo ayudara, pero no lo encontró, todos los hechizos eran tan raros, eran tan complicados que no sabía muy bien para qué servían.
Los magos de corazón negro se jactaban de su gran hazaña, reían y se regocijaban en la pena de sus contrarios, que ya habían perdido toda esperanza.
Decidido a darles de beber de su propia medicina el pequeño Pequeñín comenzó a leer un conjuro del libro, que despojaría también a ellos de sus poderes.
Del libro saló una gran llamarada y después una explosión, tan fuerte que el pequeño mago calló de culo dejando caer el libro, que poco a poco se fue consumiendo entre un crepitar de llamas.
Los magos de corazón blanco corrieron en su auxilio y pronto se dieron cuenta de lo que había pasado. La magia había desaparecido para siempre, no solo la de los que allí estaban sino toda, toda la magia existente en el mundo. Ya nadie nacería con ese don, ya nadie sería mago. Con su envidia, los magos de corazón negro propiciaron que un pequeño mago inexperto acabase con ella leyendo el conjuro de destrucción de la magia.

Todos estaban tristes por la dicha perdida, por haber extraviado el don que poseían. Solo el Gran Mago pareció no preocuparse, no sentirse triste por lo que había sucedido, ya que él escribió ese conjuro en el libro y sabía que la magia no se había destruido, solo se había quedado atrapada en el corazón de cada mago y que así sería para el resto de los tiempos, donde hay personas geniales, con un corazón de magos, que dedican su vida a ayudar a aquellos que más los necesitan.


A todos aquellos magos y aprendices de magos que sabiéndolo o no poseen un don maravilloso.

lunes, 14 de febrero de 2011

LA SOÑÉ

Esta noche he soñado con ella, sentada en una silla al lado de mi madre, delante, una larga mesa. Era el salón de villa olivillo pero no estaban los que habitan en ella, solo nosotras en el salón con ella.
Estaba como siempre, con su vestimenta habitual, con su tinte... todo igual. Hablando de que había ido al médico y con una enorme bolsa de medicinas en la mano, quejándose de que le habían mandado demasiadas.
Solo le quedaban un par de secuelas de la lucha, un par de heridas en las piernas, no estaba riéndose pero la he sentido contenta. Por un momento he vivido este sueño como realidad, realidad que se ha desvanecido en un segundo cuando sin querer he abierto los ojos al alejarme de ella.
Después de despertarme me he dado cuenta de que su imagen en mi cabeza no era la debiera, creo que se ha dado cuenta, de que me costaba recordarla como antes era. Me alegro de haberte soñado, de haberte vuelto a ver, de haber compartido contigo unos instantes, espero soñar contigo otra vez.

viernes, 11 de febrero de 2011

HOY ES UN DÍA TRISTE

Hoy es un día triste,
extraño,
hoy me encuentro como en una nube,
o más bien la nube soy yo,
ni me poso ni me dejo de posar,
solo voy, estoy... pero no estoy.

Hoy solo dejo pasar el tiempo,
tengo miedo de sentarme a pensar,
porque entonces me daría cuenta
de que tu no estás ya.

Solo espero,
espero que todo esto pase,
cobarde,
detrás de mi fachada engañosa,
mentirosa,
cuando me preguntan como estoy,
indolente,
para no dejarlo salir,
porque tengo miedo de encontrarlo de frente
y no poderlo esquivar,
porque ya me he cansado de que aparezca
cuando menos falta me hace...

Dolor.

Porque se me parte el alma de pensar como te has ido,
porque lo has pedido tanto estos últimos tiempos que ahora me parece mentira.

Ya no te vendremos más planchando,
quizás sea por eso que ya apenas hay ropa.
Ya no pelearas más con Juan,
tu Juan,
tan enamorados como el primer día.
Ya no pedirás más agua fría,
verano o invierno daba igual, bien fría.
Ya no más montañas de helado,
devorado con una sonrisa.
Ya no habrá más arroz con conejo,
chupando esas cabezas y enseñándonos su lengua.

En mi nevera esta hoy una ración de ese arroz que tanto te gustaba,
nunca llegaste siquiera a olerlo,
todavía esta esperando a quien quiera comerlo.
Pero es tuyo,
los tres lo sabemos,
quien va a atreverse a cogerlo,
sabiendo la ilusión que te hizo,
cuando mi madre te ofreció hacerlo.

Hoy me despido de ti,
como siempre a mi manera,
dándote las gracias;
por todos los buenos momentos vividos,
por todos los días que pasaste a nuestra vera,
estoy segura de que estas muy cerca
y puedes percibir,
que te echamos de menos de veras.

08/02/2011